En 1940, en un lugar llamado Chunucari, cerca de la ciudad de Sigsig, en los Andes meridionales de Ecuador, unos huaqueros descubrieron una pelota de oro estrujada. La vendieron, intocada, a un individuo local que compraba y vendía antigüedades, y este a su vez a Max Konanz, un coleccionista de Cuenca.
En los meses siguientes, Konanz y su esposa abrieron laboriosamente la pelota que resultó ser la cara grande (ca. de 44 cm. de alto) de un sol de oro, martillado en el estilo provincial Huari-Pachacamac. Por algunos años, Konanz exhibió el sol en su museo privado, y luego vendió su colección al nuevo Museo del Banco Central del Ecuador.
El sol de oro, posiblemente una de las piezas más espectaculares que se conocen de la antigua metalurgia ecuatoriana, se convirtió en el logotipo del Museo y del mismo Banco Central del Ecuador. Sin embargo, en algún momento de esta larga historia, la proveniencia fue cambiada en su ficha de registro de Chunucari a La Tolita, una cultura ubicada en la costa junto a la frontera con Colombia.
El sol de Quito mide 44 cm, tiene 46 rayos, éstos están distribuidos en manojos a cada lado de la cara y en un penacho encima. El sol Chunucari tiene en el pedúnculo del penacho un pequeño diseño de dos figuras de dragón en antítesis. Los rayos del sol terminan en cabezas de serpiente con cabezas de trofeos humanas en su boca, poseen una línea central repujada en zigzag del sol de Chunucari. Tienen la cara delineada en forma de una curiosa T y su boca tiene colmillos.
En otro dato, algunos estudios estilísticos y análisis físiconucleares, realizados por expertos internacionales y locales, permiten concluir que el Sol de oro que es la insignia del Banco Central del Ecuador proviene de la cultura La Tolita, que floreció en el Litoral norte del Ecuador y en la Costa del sur de Colombia, entre el 300 a.C. y 400 d.C.
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