martes, 28 de enero de 2014

Desde tu obscura cabellera hasta el brillante rocío de tu éxtasis

Ella miró a través de sus ojos, no era la misma mirada, no era la mirada de la que se enamoró, tenia equivocaciones, tenía miedos, tenía el alma rota y él la rechazó. Con desprecio la miró, con groserías la echó, tal vez fue ella quien se equivocó, pero fue él quien la rompió.
Volvió cada día para resucitar su amor y aunque creyó que lo había logrado, un día la mirada de nuevo apareció, la mirada fría, la mirada profunda y sin luz esa mirada que no podía soportar... 
Día tras día ella lloró, su alma estaba herida al igual que su amor. Ella, Él, ambos adictos al sufrimiento, adictos al dolor y trágicamente unidos por la pasión.
Tan solo quería una palabra, un abrazo, una frase que nunca llegó de esos labios, pero si de otros, de cualquier otros... entonces decidió, no por ambos sino, por su propio amor, por ser quien era, por ser libre, por tratar de sentir lo que nunca sintió, mientras él nunca olvidó, ella nunca se perdonó... hoy viven eternamente lejos unidos por un te extraño separados por un adiós, separados por la inmadurez que los guió, separados por un perdón sin corazón, separados por huecos irreversibles hechos en el alma de cada uno, separados para siempre aunque etéreamente juntos unidos por la incomprensión, unidos por el desamor, por el rencor, por todo menor por amor...     

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